Me levanté del suelo aún mojado y confuso, muy confuso. El agua en la ducha seguía corriendo con Gerard dentro.
Me avergonzaba de mi mismo, un chico bajito de pelo oscuro y corto, desnudo echado de su propia ducha.
"¿Vas a quedarte ahí?" me pregunté. No podía dejar que Gerard me intimidara de esa forma, pero se le daba bien hacerlo. Solo con sonreírme me sentía como un maldito crío.
Me arrepentiría si no entraba en la ducha de nuevo, y además, no tenia nada de malo.
Abrí la cortina de la ducha más nervioso que nunca intentando taparme un poco y vi a Gerard allí, mojado. Con el agua por encima.
-¿Has pensado en volver a entrar? -me preguntó sonriente. ¡¿Pero porqué a él no le daba vergüenza estar así?! Me hablaba como si nada.
-Es mi ducha... -logré decir sin ni siquiera mirarle- Tú eres el que se tendría que haber salido -tenía ganas de salir corriendo de allí pero era algo que no debía hacer.
-Pero sabes tanto como yo que no voy a salir -continuaba sonriendo.
Me seguía dando vergüenza estar allí, pero sabía que luego me iba a arrepentir, yo era libre de hacer lo que quisiera, ningún principio me impedía estar ahí dentro con Gerard. Le sonreí tímidamente y entré. La situación era muy extraña, pero es que él era muy extraño también, y eso me encantaba. Era hora de admitirlo, Gerard me empezaba a atraer.
El agua caía sobre los dos, el pelo de Gerard parecía más largo al llevarlo mojado, me hubiera gustado tenerlo como él.
Gerard me miraba con dulzura y yo no podía evitar sonreír aunque estuviera muriéndome de vergüenza. "Muchos chicos se duchan a la vez en duchas compartidas de gimnasios" me dije "así que no es tan raro"
Pero por unos momentos olvidé que nos encontrábamos los dos desnudos en una ducha. Cada segundo que pasaba era más raro, pero me sentía cómodo.
Gerard era especial, nunca había conocido un chico como él... tan en su mundo, sin preocuparse por nada, él hacía lo que le apetecía cuando quería. A veces me enrabiaba, como había pasado con la ducha, pero siempre me había gustado ser como él.
Entonces empecé a disfrutar de la situación, comencé a pensar como lo haría Gerard y no lo vi tan mal.
Le miré sonriendo. Dios, por cada momento le tenía más cariño.
Gerard dejaba que el agua le cayese por encima, la ducha era pequeña pero no lo suficiente para que nos tocásemos. Unos pocos centímetros nos separaban el uno del otro. Entonces noté que me empezaba a excitar, algo que ni yo me podía creer... pero era verdad. Ver a Gerard me estaba excitando.
Noté como la sangre me bajaba y lo inesperado estaba apunto de suceder, tuve una erección.
Estaba claro que yo no podía controlar eso, me miré y me puse mucho más nervioso. No quería que Gerard me viera así, no sabría donde podría terminar esto.
Yo estaba empalmado y entonces vi como Gerard me miraba, entonces desvió rápidamente la mirada hacía abajo, hacía mi entrepierna. Se dio cuenta. Además de arderme el pene, me ardía la cara de lo nervioso y rojo que me estaba poniendo.
Gerard sonrió maliciosamente y me miró con sus ojos verdes. Un verde pardo que me mataba.
En unas milésimas de segundo que trascurrió todo eso salí corriendo de la ducha al verme así y al ver que Gerard me había visto con mi pene erecto, erecto por él.
Se rió en la ducha no demasiado fuerte intentando que no le oyese, cogí una toalla y salí del baño.
"Oh-Dios-mío, Oh-Dios-mío" me repetía sin poder calmarme. Me senté sobre la cama con la toalla puesta por la cintura y miré un punto fijo del suelo intentando no pensar en nada. Noté que cada vez la cara me ardía menos y conseguía tranquilizarme del todo.
Me dejé caer atrás sobre la cama, esta vez mirando el techo. Oía caer el agua dentro de la ducha, y eso me tranquilizaba, sabía que Gerard seguía dentro y que no me podía ver allí, nervioso, angustiado, intimidado por su culpa.
Él sabía controlar esta clase de situaciones, no era como yo, no se ponía nervioso ni se dejaba intimidar, ¿a cuántos chicos habría metido en la ducha? Pensar eso no me gustaba para nada, por una parte quería ser especial para él, no un chico más que había visto desnudo porque sí. Para mi él era especial.
Aún con el corazón palpitandome rápido y fuerte cogí algo de ropa y conseguí vestirme. Gerard salió del baño a los cinco minutos ya con la ropa puesta y el pelo mojado, chorreando.
Me miró sonriendo pero yo no pude ni devolverle la sonrisa ni la mirada. Salí de mi cuarto y él me siguió hasta llegar a la puerta de entrada.
-¿Vas a acompañarme a mi casa? -me preguntó entonces aún sonriendo y con ojos de seductor.
-No... tengo cosas que hacer... lo siento, Gerard -le dije aún sin mirarle, no tenía nada que hacer pero no podía pasar un minuto más con él, el corazón seguía palpitandome con mucha fuerza.
-De acuerdo, Frankie. Te llamaré algún día de esta semana para ver cuando volvemos a quedar... ya sabes, para ensayar y tal -me dijo abriendo la puerta.
-Vale, ya hablamos... Hasta luego -le dije recordando cuando le había dado mi número, supongo que al conocernos.
Sonrió y salió de mi casa. Vi como se alejaba un par de metros y cerré la puerta rápidamente. Suspiré tranquilo y subí corriendo de nuevo a mi cuarto.
Mi habitación aún olía a él... Gerard....
Ese olor que lo exitaba mucho mas
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