martes, 24 de mayo de 2011

Capitulo 8.

Gerard y yo estábamos sentados en sillas, uno enfrente del otro y nos mirábamos sonriendo.
Era la una de la madrugada más o menos, la luz del garaje estaba tenue y no había más ruido del que podíamos provocar Gerard o yo.
No sabía que decirle, quería hablar con él pero no se me daba bien romper el hielo. Nos encontrábamos en un incómodo silencio.
-Bueno Frank -dijo al fin-. Siento que no me acompañaras a mi casa el domingo.
-Ya sabes, tenía que hacer cosas, no podía salir de mi casa -le dije sonrojandome y recordando aquel momento.
-Preferiría que no te avergonzaras de lo que... te pasó -Gerard sabía lo que de verdad me había sucedido y la vergüenza que estaba sintiendo. Eso hizo que me gustara más.
Desvié la mirada hacía el suelo.
-¿Te consolaría si te cuento una cosa? -dijo entonces arrodillándose delante de mi, como si estuviera tratando a un niño pequeño después de una tonta caída. Nunca lo había visto hablar de ese modo.
Gerard esperó una respuesta, pero yo no dije nada, seguía sentado sobre la silla mirando el suelo por la vergüenza.
-Tú también me gustas -dijo entonces haciéndome parar el corazón. Congelándome el cuerpo.
¿También? Gerard sabía de sobra que él a mi me gustaba y no me avergoncé por ello, al contrario, después de sus palabras fue inevitable sonreír y mirarle. Él también sonreía a unos centímetros por debajo de mi.
Fue uno de los momentos más felices de mi vida, pasé de pensar que Gerard solo jugueteaba conmigo a oir de sus propios labios que le gustaba.
Al decirme eso fue como si ya lo conociera del todo, como si se hubiera resuelto todo misterio, aunque sabía que aún me quedaban muchas cosas que descubrir de Gerard.
No pude contestarle, no me salían las palabras adecuadas y tenía miedo de fastidiarlo ahora de repente. No se me daba nada bien este tipo de situaciones, quizás porque no había tenido muchas.
-¿No dices nada? -preguntó.
-No sé... que decir -susurré-. Esto se me da mal.
-Bueno, entonces déjamelo a mi -aún arrodillado se levantó un poco y se acercó cuidadosamente a mi observando mi reacción. Yo ya sabía lo que pretendía hacer pero no puse pegas, yo estaba como flotando en una nube.
Gerard se acercó lo suficiente y tocó sus labios contra los míos. No fue un beso demasiado largo, unos pocos segundos, pero, Oh, Dios, me encantó. Gerard me había besado...
Sentir sus labios junto a los míos y tenerle tan cerca de mi... Era la mejor sensación del mundo, pocas cosas pueden superar ese sentimiento. Después de darle tantas vueltas a la cabeza y pensar en él, por fin había tenido la oportunidad durante esos instantes del beso de sentir que era mío. Que había logrado mi pequeña meta de tenerle para mi, de saber que él sentía lo mismo que yo por él.
Cuando el beso terminó me quedé con ganas de más. Gerard sonreía, y por supuesto, yo también.
-Me encanta tu sonrisa -le dije entonces. No imaginaba que Gerard pudiera tener esa faceta tan romántica después de su personalidad rebelde e independiente.
Me había tratado muy bien, se notaba que me entendía.
-Ven, te quiero enseñar una cosa -dijo entonces levantándose y haciendo ademán para que le siguiera.
Fuimos hasta un rincón donde había una gran estantería con discos y un reproductor. Me quedé asombrado al ver toda la colección de CD´s de The Misfits y Black Flag.
-Dios mío... esto es genial -solté asombrado.
-Sé que son tus grupos favoritos, al igual que los míos -sonrió -si quieres poner alguno no tienes más que pedirlo.
-Oh, bueno, vale... -pensé en poner Revenge de Black Flag, Gerard puso el disco de esa canción no demasiado fuerte para no despertar a los que dormían.
Me apoyé en una estantería mientras disfrutaba de la música, y sobretodo de la compañía de Gerard. Era todo perfecto.
Gerard se acercó a mi y empotrándome contra la estantería volvió a besarme, esta vez más profundamente hasta notar su lengua en mi paladar, no pude evitar agarrarle por la espalda para pegarlo más a mi. Quería tenerlo lo más cerca posible. Ya no me sentía como un niño, ahora era yo el que no dejaría libre a Gerard. Ahora yo era inmune a su veneno.
Después de separarme de Gerard miré la hora y me di cuenta de que era suficientemente tarde y yo, aunque me invadía la adrenalina del momento me estaba muriendo del sueño.
-Gerard... me tengo que ir, es tarde -le dije.
-Oh, ¿ya? Vamos, Frankie, ahora que empezábamos a pasárnoslo bien -sonrió.
-Mi madre se preocupa en seguida por nada, como vea que no llego a casa... -reí con timidez.
-Venga, tampoco será para tanto.
-Bueno... yo soy el que más quiere quedarse pero mañana tengo que estar bien despierto, esta vez si que tengo que hacer cosas.
-¿Universidad? -preguntó.
-Exacto, trabajos...
-Pues ya te llamaré durante esta semana para poder continuar con lo de hoy -rió. Yo asentí con la cabeza sonriendo.
-Perfecto. Hasta pronto Gee -me despedí cogiendo mi guitarra y encaminándome hacía la salida.
-Espera, espera -dijo caminando rápidamente hacía mi-.Tenemos que despedirnos como es debido.
Gerard acercó de nuevo sus labios a mi y me dio un suave beso, un beso de despedida. Ese tipo de besos que te deja atontado.
Después de la despedida salí de allí, era todo tan perfecto... Me acordé de una canción de Pencey Prep, Trying to scape the inevitable.
"I have a new dream
Everything is perfect
The sky is pink, yellow, green, blue and orange
And all the past has been forgotten
And we fell in love
And I fell into your trap"

Llegué a mi casa, mi madre ya dormía. Subí a mi cuarto y sin quitarme ni la ropa me dejé caer sobre la cama recordando cada beso de Gerard... Me acababa de despedir de él pero ya le echaba de menos. Esperar su llamada iba a convertir esta semana en algo bastante insoportable.

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