sábado, 29 de octubre de 2011

Capítulo 29.

Al día siguiente decidí ir a casa de Gerard, para visitarle y para ver si llamaba a la discográfica o a quien tuviera que llamar para poder actuar en algún sitio. Cualquier parte. Con tocar en directo delante de personas yo era la persona más feliz del mundo. Era mi sueño desde que era pequeño. Y encima con My Chemical Romance iba a ser mejor aún.
Me revolví el pelo y salí de mi casa con las manos en los bolsillos y los auriculares en los oídos. Toqué el timbre de su casa y él mismo me abrió, me recibió con una gran sonrisa, preciosa, como siempre.
-¡Te voy a acosar hasta que llames a quien tengas que llamar para actuar! -le grité sonriendo mientras le empujaba hasta dentro de la casa. Cerré la puerta detrás de mí.
-¿Has venido aquí tan solo para decirme esto? ¿No has venido por mí? -me preguntó haciendo un puchero.
-No. Tan solo quiero actuar -le dije de modo borde, aunque tan solo estaba bromeando.
-Pff, pues ahora no voy a llamar a nadie y te vas a quedar con las ganas, ¡Ja! -se rió Gerard.
Le miré desafiante e instantáneamente le empujé contra la pared más cercana del pasillo, le empotré y tras mirarle sonriendo me acerqué para besarle.
-O llamas o te torturo -le murmuré.
-Venga... torturame... -respondió lascivo.
Deslicé mi mano sobre su cuerpo, la cintura y la metí desabrochando el botón de su pantalón por dentro de este. La introduje en su ropa interior mientras él me miraba tapado por su pelo negro, comenzó a respirar algo más agitadamente.
Comencé a acariciarle y apretarle su miembro mientras él ahogaba sus gemidos. Su miembro estaba erecto, saqué la lengua y me despegué de él para subir corriendo las escaleras hasta la planta de arriba.
-¡Enano! -gritó él cuando le dejé contra la pared.
Sonreí para mis adentros mientras buscaba el cuarto de Gerard y me metía dentro, cerré la puerta y me puse de espaldas a ella. En cuanto noté que Gerard giraba la manivela empuje para que no abriera, me encantaban estos jueguecitos.
-Vamos, Frankie, abre la puerta... -canturreó Gerard-.No te voy a hacer nada.
-¡No me violeeeees! -le grité, luego comencé a reírme yo solo, Gerard se rió también al otro lado de la puerta-.Oye, Gerard, dime que no hay nadie en tu casa... -le susurré pegándome a la puerta para que me oyera mejor.
-No, no, tranquilo... -rió-.Estamos tú, yo, y los condones.
-No me seas cabrón -le contesté sin dejar de reír.
-Venga, ábreme, tengo aquí algo que calmar -siguió canturreando.
-Tócatela tú -contesté-.Ya te he dicho que te iba a torturar.
-Ya verás, enano, cuando te coja...
-¡Nunca! -contesté riendo.
Hubo un silencio, ya no replicó, tan solo escuchaba mi respiración algo nerviosa. Me tranquilicé, y de pronto la puerta se abrió fuertemente, Gerard entró sonriendo y velozmente me atrapó y me rodeó con sus brazos para que no escapara.
-No, quita, déjame -le decía intentando soltarme de sus brazos.
-¡Te he atrapado! -sonrió él, dulcemente -.Ahora eres mío.
Me escurrí de entre sus brazos, era el lado bueno de ser algo bajito. Quise correr pero entonces él me empujó contra su escritorio, tirando la mayor parte de bolígrafos, lápices y demás que había sobre este al suelo. Me encerró entre él y el mueble y se abalanzó para besarme, yo le correspondí agarrándole de la cintura. Dejándome.
-Ah... -se quejó poniendo cara de dolor.
-¿Qué pasa? -pregunté confuso. Se subió la camiseta y dejó a la vista la venda que me había mostrado el día anterior -.Oh... vaya.
Terminó de quitarse la camiseta.
-No te preocupes, no me va a impedir violarte -fingí cara de disgusto. Sonrió y me giró de espaldas a él echándome sobre el escritorio.
Pasó sus brazos por el interior de mi camiseta, rozándome la espalda y bajó por delante hasta los botones de mi pantalón y los desabrochó, mientras, me besaba por el cuello, lamiéndome. Seguidamente comenzó a bajarme los pantalones. Metí mis manos por el interior de mi ropa interior y comencé a tocármela mientras Gerard se entretenía quitándose su ropa.
Entonces noté sus dedos introduciéndose en mí y gemí. Era inevitable. Comenzó a moverlos y después noté su pene entrando, mi cara mostraba el placer y el dolor que sentía en ese momento. Gerard la introdujo y me agarré contra el escritorio, mientras él seguía con el movimiento de pelvis, comenzó a masturbarme con una de sus manos. Mi miembro estaba firme. Comencé a gemir más fuertemente, y me excitaba el doble escuchar a Gerard soltar gritos ahogados y gemidos.
Me golpeaba por el ritmo de Gerard contra el escritorio, pero no me molestaba. Él seguía acompasando su mano, arriba y abajo por mi pene. Al final, me corrí en su mano y me dejé caer rendido sobre el mueble, mientras él seguía agarrándome por la cintura.
Yo gritaba, los vecinos nos oirían seguro.
Finalmente, él también llegó y lo noté en mí, sacó su miembro. Intenté relajarme mientras él se arreglaba un poco y se subía los pantalones con rapideza. Me abroché el pantalón y me giré a él, se acercó a mi y me besó.
-¿Dijiste que ibas a torturarme? -preguntó sonriéndome con malicia.
-Me has violado... -murmuré sonriendo e intentando bajar el ritmo de mi respiración. Intentó acercase de nuevo a mí y le empujé. Gerard aprovechó para coger la camiseta del suelo y terminar de vestirse.
-Vamos a calmarnos -rió-.Mi hermano no tardará en llegar y no quiero que sospeche que aquí haya pasado nada -abrió la puerta de la habitación y me sonrió.
-Bueno, tus vecinos sí que se habrán enterado de todo.
-La próxima vez intenta no gritar tanto, Frank -me sonrió.
-La próxima vez contrólate y no me empotres contra el escritorio -me sonrió sacando la lengua-.Ah, y ahora que te has salido con la tuya, coge el móvil y llama a quien tengas que llamar.
-De acuerdo, de acuerdo, tranquilito -me contestó dejándome satisfecho.
_______________________
Vale, repito: No se me de da del todo bien escribir este tipo de escenas D:
Pero espero que os haya gustado el capítulo aunque sea un poco! Jajaja
Gracias a todos los que seguís leyéndolo, y gracias a los que comentáis. ^^

viernes, 21 de octubre de 2011

Capítulo 28.

Pase el resto del día en mi casa, pasando el tiempo y pensando que podría estar pasando con Gerard y Bert. Tan solo esperaba que el capullo no le hiciera nada malo a mi novio. Porque entonces sería peor que lo que me había pasado a mí.
El móvil me sonó y contesté, aunque era un número que no conocía.
-¿Quién? -pregunté.
-Hola Frank, soy Mikey. Gerard me dijo que no te preocupara, pero quizás deberías saberlo, para que no te preguntes donde esta ni nada así.
-¿Eh? ¿Qué pasa, Mikey? -pregunté intrigado y empezando a preocuparme. Empecé a montarme mil historias de porque Mikey me había llamado después de que Gerard fuera a hablar con Bert.
-No, nada, tranquilo. Tan solo esta en el hospital, pero nada grave... Quizás deberías ir y que te contara, ¿no crees? -dijo, más tranquilamente.
-Claro, claro. Voy en seguida... Me has preocupado.
-No era mi intención... tan solo había pensado que deberías hablar con él, sé lo que ha pasado con Bert.
-De acuerdo, voy en seguida.
Colgué, y pensé. El hospital no me quedaba nada cerca de mi casa y yo no tenía vehículo. Bajé y le pedí a mi madre si podía llevarme al hospital, ella aceptó cuando le resumí un poco lo que había ocurrido, es decir, prácticamente no pude decirle nada, ya que yo tampoco estaba al corriente.
Después de unos diez minutos por culpa del tráfico mi madre me dejó en la puerta del hospital y no le di tiempo ni a hablar. Abrí la puerta y salí corriendo hacia el edificio.
-¿Qué necesita? -me preguntó la recepcionista al acercarme al blanco mostrador.
-Pregunto por el paciente... Gerard Way... -le contesté.
-Ah, claro... eh... Primera planta, habitación 204.
-Gracias -caminé deprisa por las escaleras y por el largo y blanco pasillo, lleno de pacientes y médicos. Al final encontré el cuarto de Gerard, que permanecía entre abierto. Abrí del todo entré cuidadosamente.
-¿Gerard? -pregunté, él se dio la vuelta y terminó de ponerse la camiseta.
-¿Qué haces aquí? -preguntó. Como si fuera la cosa más rara del mundo.
-No, primero dime que haces tú aquí -le respondí. Él caminó hacia mí.
-Vamonos, te lo contaré por el camino -dijo colocando un brazo al rededor de mi cuello, caminamos hacia la puerta y salimos de la habitación.
-Hola Frank. Me alegro de verte -me dijo Mikey levantándose de uno de los sillones que habían por el pasillo para la gente que tiene que esperar. Le devolví el saludo.
Caminamos los tres hacia fuera del hospital, Mikey entró en el coche y Gerard se sentó en la parte de atrás conmigo.
-Venga, dime que ha pasado, joder Gerard -le pedí.
Mikey arrancó el coche.
-Fui a hablar con Bert a su casa, le conté lo que sabía y le pregunté porque mierdas tenía que estar molestándote. Ya sabes como suele contestar él, se rió en mi cara y demás... Empezó a decir burradas que será mejor que me las calle. Y bueno, al final se me fue de las manos y le golpeé. Después de varios gritos y demás, me devolvió el golpe. Terminamos a ostias, cogió un cuchillo y nada... Me han tenido que dar puntos, en el labio y en el costado, pero como ves, nada demasiado grave -Gerard se subió la camiseta y me mostró una gran venda que rodeaba su cuerpo. Me eché las manos a la cabeza.
-Te lo dije Gee... no tendrías que haber ido... ¿Y qué pasó con Bert?
-Bueno, nada. Después de sacar el cuchillo y hacerme un corte, se dio cuenta de lo que estaba haciendo. Él mismo llamó a Mikey para que viniera a por mí -rió Gerard pensativo.
-¿Vas a denunciarle o algo? Deberías... te podría haber matado, joder, Gerard... De verdad, nunca más, da igual si vuelve a tocarme, no te enfrentes a él -le supliqué.
-Tranquilo, ¿vale? No creo que vuelva a decirnos nada más. Y bueno, da lo mismo denunciarle, la verdad. Nada va a cambiar, es solo un pobre drogadicto y psicópata... Hoy ya se ha metido un lío, como para que otro día intente hacernos algo...
-Ya, pero aún así...
-Shh, no importa, ¿vale? -se acercó a mi y me besó. Cerré los ojos y me dejé llevar, me cogió de la mano.
Mikey nos miraba por el retrovisor y sonreía.
-Ah, ¿y tú como sabes que me encontrarías aquí? -me preguntó entonces Gerard.
-Bueno... -reí-.Mikey me llamó.
-¿Mikey? -preguntó Gerard extrañado.
-Sí... yo le avisé... Pensé que debería saberlo... -añadió su hermano.
-Mikey... si yo no conté nada, tendrías que haberte controlado... -contestó Gerard.
-Vale, no importa -les dije-. La cuestión es que todo esta bien. ¿Sí?
Callaron los dos y Gerard me sonrió, con una de esas preciosas sonrisas suyas.
Mikey aparcó delante de mi casa y abrí la puerta para salir del coche. De pronto Gerard me agarró del brazo y me dejó caer sobre el sillón, se acercó a mis labios y me besó apasionadamente, olvidando que su hermano estaba delante. Él tampoco dijo nada.
-Ya nos vemos, ¿de acuerdo? -me dijo Gerard sonriente. Se le veía un poco dolorido por los golpes.
-Claro.
-Y a a ver si mañana consigo noticias sobre donde actuaremos -me guiñó un ojo y tras ruborizarme cerré la puerta del coche.
Caminé hasta la puerta de mi casa y escuché el motor del coche encenderse y marcharse. Entré en el rellano, la casa me resultaba extraña, no sé porqué. Quizás por todo lo que había pasado.
Pasé por la cocina y mi madre dejó de cocinar.
-Cuéntame, ¿qué ha ocurrido?
Le conté a mi madre todo lo que había pasado, bueno, quizás casi todo. No le conté todo lo que me había pasado a mí con Bert. Mi madre solía preocuparse mucho.
___________
Bueno, ya suelo tardar más en escribir... Tengo pensado el final, pero no tengo pensado que ir poniendo ahora D:
Así que lo siento si el fic va bajando de... ¿calidad? >.< Jajaja
De todos modos, muchas gracias a los que lo seguís leyendo! ^^

viernes, 7 de octubre de 2011

Capítulo 27.

Llegué a mi casa y subí a mi cuarto. Echaba muchísimo de menos a Gerard, demasiado. Cogí el móvil y seleccioné su número, por una parte no quería molestarle, pero por otra le necesitaba a mi lado en esos momentos, abrazándome y susurrándome. Me sentía sucio y mal.
Al final marqué su número.
-¿Quién...? -respondió una voz cansada desde el otro lado.
-¿Gerard? Gerard... -me temblaba la voz.
-¿Frank? ¿Pasa algo? -preguntó.
-Por favor... -sollocé-.Por favor... tienes que venir -decía yo, con la voz entre cortada, susurrando.
-¿Qué ha pasado?
-Gerard... por favor...
-¡Frank! ¡Joder, ¿qué mierda ha pasado?! -ya se le notaba más desvelado y preocupado, algo que tampoco yo quería conseguir.
-No puedo contártelo ahora...
-Iré hacia allí, espérame.
-Te quiero -Gerard colgó y solté unas lágrimas mientras esperaba, sentado sobre la cama con las luces apagadas. Había pasado demasiado miedo de ese degenerado, pensaba que me iba a matar o que sé yo.
Le di muchas vueltas al tema, solía darle vueltas a todo. Me levanté y aproveché para ir al baño, lavarme los dientes, quitarme la suciedad, lavarme la cara y curarme el labio, que ahora llevaba algo menos hinchado. Abrí el armario del baño y rebusqué entre las pastillas de mi madre, buscando algo que me hiciera encontrarme algo mejor. Quizás... "Antidepresivos", eché un vistazo, lo más parecido que encontré fue Doxepina. Se debía de tomar varias veces al día, pero pensé que con una en este momento me ayudaría un poco a liberarme y sentirme algo mejor.
Tomé una.
Al poco tiempo Gerard tocó a la puerta y bajé para abrir, nada más entrar me abrazó fuertemente, le veía triste y preocupado, no pude evitar llorar. Él era más fuerte que yo.
-Vamos, dime que ha pasado -preguntó cuando estuvimos en mi cuarto, no encendí la luz, tan solo abrí la ventana.
-Gerard... me siento tan mal... -sollozaba.
-Tienes el labio hinchado... Cuéntame que ha pasado. Vamos. ¿Te han pegado? -insistía él.
-Bert, él... Caminaba por la calle y le encontré, se dirigió a mi, yo le odio. Contesté mal, le pegué...
-¿Cómo? ¿Le pegaste?
-Y no le gustó esa reacción... -temblaba, cada palabra que decía me obligaba a recordar el suceso, en esa sucia calle y pensando que de un momento a otro iba a matarme o torturarme.
-Continua. ¿Que mierda pasó?
-Me metió en un callejón y... Joder... -no me salía la voz-. Dios, me obligó a... marmarsela....
-¡¿Lo hiciste?! -preguntó, sobresaltado.
-¡Me amenazó! Gerard, Dios, estaba muy asustado, pensaba que me iba a matar, me pegó...
-Hijo de puta, voy a ir a cargármelo... maldito psicópata. ¿Estás bien? ¿Te has curado el golpe?
-Sí... bueno, algo me duele, pero me encuentro un poco mejor... tomé antidepresivos... Quizás me ayuden...  -Gerard se sentó a mi lado y pasó su brazo alrededor de mi cuello y me acercó a él, me besó en la mejilla con dulzura.
-Tranquilo, ese capullo no volverá a molestarte... -me consoló.
-No lo sé... Al parecer va a por mí... Y tú...Gerard... ¿Llegaste a tener relaciones con él? -le pregunté entonces, recordando aquel tema, mientras apoyaba mi cabeza sobre su hombro.
-Bueno, no del todo, más o menos, pero no quiero hablar de eso, eso no cuenta ya, no quiero recordarlo. Ya no quiero tener nada que ver con él -me dijo seriamente. No me había resuelto casi ni ninguna duda, pero tenía razón, más nos valía olvidar al gilipollas ese.
Gerard me echó sobre la cama poco a poco, mientras él se levantaba.
-Será mejor que duermas, Frankie. Olvida lo que ha pasado, hablaré con él. Le voy a dejar las cosas claras.
 Apoyé la cabeza en la almohada y cerré los ojos, ahora me sentía muchísimo mejor. Gerard estaba conmigo y ya no tenía que preocuparme de nada.

Desperté al día siguiente con Gerard a mi lado, durmiendo. No pude evitar sonreír. Fui al baño y me cambié de ropa. Bajé a la cocina, olía fuertemente a café, mi madre me miró tras darle un bocado a su tostada y apoyar el periódico sobre la mesa.
-Buenos días -saludó, contesté con una sonrisa. Me dirigí a la encimera y preparé dos tazas de café, para mí y mi acompañante. Mi madre siguió leyendo hasta que se fijó mientra iba hacia las escaleras.
-¿A dónde vas con dos tazas? -preguntó intrigada.
-Bueno... Eh, supongo que... Gerard querrá tomar algo también -mi madre sonrió.
-Claro, claro. ¿Lo pasaste bien ayer? -preguntó.
-Uh... No -subí las escaleras corriendo antes de que mi madre respondiera, dejé las tazas sobre la mesa de noche y me abalancé sobre Gerard como un niño pequeño el día de Navidad, él seguía durmiendo. Me senté sobre él.
-Gerard... despierta.
Suspiró sin abrir los ojos. Le intenté quitar las sábanas mientras él las agarraba para seguir tapado, le puse boca arriba y me senté sobre él, comencé a besarle, por el cuello, subiendo, pasando por sus labios y manteniendome ahí, besos dulces y suaves. Noté sus brazos entonces alrededor de mi cintura y me correspondió el beso.
-Vale, ya veo que estás despierto -le dije entonces apartándome.
-No lo estoy...
-Sí lo estás -reí ya en pie.
-Vamos, príncipe Frankie, despierta al... Al Gerard durmiente -murmuró él. No pude evitar reír.
-¿Con un beso de amor verdadero? -le seguí el rollo.
-O con un... polvo de amor verdadero -rió él.
-Nah, ahora no -le contesté -.Vamos, levanta...
-Tienes razón, tengo cosas que hacer hoy -se levantó de la cama y caminó hacia al baño.
-Se va a enfriar el café -le dije sonriendo.
Agarró la taza y dio un largo sorbo, seguidamente entró al baño y yo esperé tomando mi café.
-¿Vas a venir conmigo? -me preguntó al salir.
-¿A dónde vas? -pregunté curioso.
-No lo he olvidado. Voy a hablar con Bert.
-¿Qué? No. No. Gerard, no te metas... Vas a terminar mal.
-¿Crees que voy a dejarlo estar? Ni lo pienses -me dijo, más serio. Borrando su sonrisa.
-Pero... da igual, dijiste ayer que nada de eso importaba.
-Claro que importa, joder, Frank. Te amenazó y encima... encima te obligó a... mira, no quiero ni imaginármelo, no quiero ver esa imagen en mi maldita cabeza -se acercó a mí y me abrazó, acercandome a él, calidamente -.De verdad, Frankie, no me gusta que hayas tenido que pasar por eso, y encima por mi culpa. No. Odio esta sensación.
No contesté. Cerré los ojos para poder sentir más su abrazo y sus brazos alrededor de mi cuerpo, protegiéndome.
 -¿Vendrás? -volvió a preguntar.
-No... No quiero verle.
-De acuerdo -me soltó.
Bajamos hacia la entrada de mi casa, mi madre nos vio.
-Hola, Gerard -saludó, mi novio le devolvió el saludo mostrando una sonrisa amable.
-Bueno, Frank. Nos vemos -se acercó a mi y me besó suavemente.
-Llámame, ¿sí?
-Sí -abrió la puerta y salió de mi casa.
miré a mi madre que permanecía detrás de mí y subí las escaleras hacia mi cuarto. Ahora tan solo quedaba esperar que sucedía con Gerard y Bert...

sábado, 1 de octubre de 2011

Capítulo 26.

Entré a mi casa con una sonrisa en la cara y cerré detrás de mí. Intenté que el suelo no crujiera y me dirigí hacia las escaleras para subir a mi cuarto.
Había una nota pegada a mi puerta "Volveré más tarde. Pásalo bien con tu novio -Mamá" Mira por donde, podría haberle dicho a Gerard que se quedar a dormir a casa, saqué el móvil del bolsillo y miré la hora. No, ya no podía llamarle, él ya estaba casi llegando a su casa.
Tampoco tenía ganas de dormir, así que encendí el reproductor y puse mi disco favorito de The Misfits. Apagué la luz de la habitación y abrí la ventana para que entrara aire y algo de luz de la calle. Ahora si que me sentía descansado, genial, perfecto... Estaba en el cielo.
Llevaba un rato tumbado sobre la cama, mirando al techo sonriendo, prácticamente me dolía ya la boca de estar así, pero es que no tenía ni un solo motivo para estar serio, había reconstruido todos estos últimos días con Gerard para volverlos a saborear, cada beso suyo, cada roce, suspiro, mirada, palabra...  Entonces me di cuenta de que me estaba entrando hambre, me asomé por la ventana y observé la calle, no había ni un alma. Era domingo, los domingos por la noche ya no solía haber mucha gente por Nueva Jersey, y la verdad, es que Nueva Jersey por la noche y vacío daba bastante miedo.
Tenía ganas de ir a comprarme algo de comida en el restaurante de comida rápida que había dos calles más abajo de mi casa así que cogí algo de dinero, me puse una sudadera negra con capucha y salí de mi casa. Miré la hora, la una menos cuarto de la noche, y por raro que pareciera no tenía absolutamente nada de sueño. Caminé por la silenciosa calle y me puse los auriculares para seguir escuchando música, mientras caminaba de pronto me encontré con una persona. La peor persona que me podría haber encontrado, que maldita casualidad, claro también, Nueva Jersey no era muy grande, y me imagino que esta era la hora para que salieran los "zombis" como él a vagabundear. Aún así, no me apetecía nada cruzarme con él. Me puse la capucha y miré hacia el suelo, ya era tarde para cambiar de acera.
-Ostia, un enano -rió entonces el indeseable cuando se puso a mi altura.
Le ignoré y seguir caminando, le puse cara de asco.
-¿A dónde vas? -me preguntó.
-No te importa.
-Joder, Frank, yo no te he hablado mal -rió entonces, agarrándome del hombro.
-Pero me has hablado, no quiero me hables. Sabes que te odio -le contesté, mirándole y apartando su mano de mí.
-Me he enterado de que a ti y a Gerard os va bien de nuevo, eh -continuó hablando.
-Sí, y tú no estás en la vida de ninguno de los dos, me alegro mucho.
-Bueno, soy amigo de Gerard, ¿lo sabes no? Y -rió-, folla amigo.
Me entró tan rabia que le di un puñetazo en la cara. Acto seguido él se volvió a mi, en ese instante tuve muchisimo miedo. Bert borracho podía llegar a dar mucho miedo.
Me empujó contra la pared y me agarró de la barbilla.
-¿Quieres pasarlo mal? ¿Quién eres tú para darme un puñetazo, mañaco? -me amenazó.
-Tú... tú te has... metido en mi vida -tartamudeé, mirando hacia los lados, buscando a alguien.
-No tendrías que haber hecho esto, creo que la vas a pagar...  -sonrió como un maniático. Por la cabeza se me paso lo peor de lo peor. Bert hablaba como si no pensara lo que estaba diciendo.
Entonces me agarró del cuello y del brazo y me guió hacia un callejón cercano entre dos edificios no muy altos. Había más oscuridad que afuera, más basura y peor olor. Yo le miraba asustado, muy asustado. Creo que jamás en mi vida lo había pasado tan mal como en ese momento.
-Mira, te odio, pero no puedo negar que eres un crío muy sexy -sonrió lascivamente Bert.
-Por favor, déjame... Mañana te vas a arrepentir de esto.
-¿Porqué? Yo creo que no. Hay que vivir la vida, hacer lo que quieras, lo que te de la puta gana -empezó a subir el tono de sus palabras. Yo estaba apunto de soltar las lágrimas que estaba guardando. Solo se me pasaba por la cabeza Gerard, Gerard en su casa, pensando en mí quizás. Pensando que yo estaría durmiendo tranquilamente en mi casa y no apunto de ser matado por uno de sus amigos.
Bert seguía sonriéndome.
-Frank -decía-, Frank -Yo seguía ignorandole, en mis pensamientos -.¡Frank, coño! ¡Mirame, me cago en la ostia! -me giré hacia él, tenía sus brazos apoyados en el muro y yo atrapado entre ellos, se acercó a mis labios y comenzó a lamerlos, y Dios, yo no podía hacer nada. Empezó a rozarme el cuerpo con sus malditas manos, agarró la cremallera de mi sudadera y la bajó lentamente. Entonces sin dejar de besarme, de meterme su asquerosa lengua en mi boca, comenzó a quitarme la chaqueta y la dejó caer sobre el sucio suelo.
-¿Vas a hacerlo? -pregunté, cuando apartó sus labios de mí.
Me miró y sonrió libidinoso. Agarró su bragueta y se la bajó, seguidamente resbaló sus pantalones y puso una mano sobre su miembro bajo sus boxers y comenzó a tocárselo.
-Chupamela -ordenó entonces.
-¿Qué? -estaba aterrorizado.
-¡Hazlo, ostia!
-No quiero, no quiero hacerlo.
-Se lo haces a Gerard, chúpame la maldita polla a mí.
Negué con la cabeza, frunciendo los labios.
De pronto noté un gran golpe, Bert me había propinado un puñetazo en el labio y acto seguida había comenzado a sangrar y a arderme.
-Joder... -murmuré.
-¿Lo vas a hacer? -volvió a insistir -Puedo hacerte más daño, mucho más daño -No sabía hasta cuanto podían llegar las amenazas de Bert, así que comencé a agacharme hasta quedar de rodillas. Apoyó una mano sobre mi cabeza y comenzó a acariciarme. Con la otra, a duras penas se bajó los boxers y pude ver de muy cerca su pene erecto enfrente de mí.
-Por favor... no quiero hacerlo... -volví a suplicar.
-Me cago en la ostia Frank -me agarró del pelo con fuerza y subió mi cabeza, solté un gemido -.Hazlo de una puta vez si no quieres terminar muerto en un jodido contenedor de basura.
Acerqué mi boca, apunto de vomitar, apunto de preferir que me mata a hacer esto, Gerard era lo único que me daba fuerzas.
Tenía la boca seca y me metí su miembro poco a poco, Bert soltaba pequeños gemidos y decía mi nombre. Yo movía la cabeza mientras su mano seguía apoyada sobre mi nuca.
-Oh, sí, puto enano. ¿Esto es lo que te gusta hacerle a Gerard?
Bert seguía acompasando su brazo con mi cabeza, de delante a atrás, introduciéndome su dura y palpitante polla en mi boca. Estuve así durante un tiempo, mientras Bert seguía respirando con rapideza y yo apunto de tener arcadas y vomitar mientras me seguía saliendo sangre de mi labio inferior, en mi vida había pasado tanto asco y ganas de morirme como en ese momento.
Al final Bert llegó al clímax y se corrió en mi boca, instantáneamente saqué su miembro y escupí al suelo, Bert me agarró del pelo e hizo que me pusiera de pie. Me empujó contra la pared y me agarró con sus dedos mi barbilla.
-Buen chico, Frankie -murmuró lascivo -.Piensa que podría haber sido peor.
Se subió de nuevo sus pantalones y se abrochó, me echó una última asquerosa mirada y salió del callejón dejándome solo contra el muro.
Comencé a llorar como nunca lo había hecho, me dejé caer al suelo apoyándome contra el muro. Llorando y escupiendo la saliva que me quedaba en la boca junto con la sangre, sollocé. Cogí mi chaqueta del suelo y me la puse, me abroché lo máximo la cremallera y me puse la capucha. Me levanté como pude, no tenía fuerzas para nada, quería que Gerard estuviera conmigo, ojala hubiera estado conmigo y me hubiera defendido. Y ahora estuviera abrazándome y besándome, susurrándome "te quiero".
A solas en la calle caminé de nuevo hacia mi casa, cabizbajo. Llorando y sangrando, me sentía sucio.