sábado, 1 de octubre de 2011

Capítulo 26.

Entré a mi casa con una sonrisa en la cara y cerré detrás de mí. Intenté que el suelo no crujiera y me dirigí hacia las escaleras para subir a mi cuarto.
Había una nota pegada a mi puerta "Volveré más tarde. Pásalo bien con tu novio -Mamá" Mira por donde, podría haberle dicho a Gerard que se quedar a dormir a casa, saqué el móvil del bolsillo y miré la hora. No, ya no podía llamarle, él ya estaba casi llegando a su casa.
Tampoco tenía ganas de dormir, así que encendí el reproductor y puse mi disco favorito de The Misfits. Apagué la luz de la habitación y abrí la ventana para que entrara aire y algo de luz de la calle. Ahora si que me sentía descansado, genial, perfecto... Estaba en el cielo.
Llevaba un rato tumbado sobre la cama, mirando al techo sonriendo, prácticamente me dolía ya la boca de estar así, pero es que no tenía ni un solo motivo para estar serio, había reconstruido todos estos últimos días con Gerard para volverlos a saborear, cada beso suyo, cada roce, suspiro, mirada, palabra...  Entonces me di cuenta de que me estaba entrando hambre, me asomé por la ventana y observé la calle, no había ni un alma. Era domingo, los domingos por la noche ya no solía haber mucha gente por Nueva Jersey, y la verdad, es que Nueva Jersey por la noche y vacío daba bastante miedo.
Tenía ganas de ir a comprarme algo de comida en el restaurante de comida rápida que había dos calles más abajo de mi casa así que cogí algo de dinero, me puse una sudadera negra con capucha y salí de mi casa. Miré la hora, la una menos cuarto de la noche, y por raro que pareciera no tenía absolutamente nada de sueño. Caminé por la silenciosa calle y me puse los auriculares para seguir escuchando música, mientras caminaba de pronto me encontré con una persona. La peor persona que me podría haber encontrado, que maldita casualidad, claro también, Nueva Jersey no era muy grande, y me imagino que esta era la hora para que salieran los "zombis" como él a vagabundear. Aún así, no me apetecía nada cruzarme con él. Me puse la capucha y miré hacia el suelo, ya era tarde para cambiar de acera.
-Ostia, un enano -rió entonces el indeseable cuando se puso a mi altura.
Le ignoré y seguir caminando, le puse cara de asco.
-¿A dónde vas? -me preguntó.
-No te importa.
-Joder, Frank, yo no te he hablado mal -rió entonces, agarrándome del hombro.
-Pero me has hablado, no quiero me hables. Sabes que te odio -le contesté, mirándole y apartando su mano de mí.
-Me he enterado de que a ti y a Gerard os va bien de nuevo, eh -continuó hablando.
-Sí, y tú no estás en la vida de ninguno de los dos, me alegro mucho.
-Bueno, soy amigo de Gerard, ¿lo sabes no? Y -rió-, folla amigo.
Me entró tan rabia que le di un puñetazo en la cara. Acto seguido él se volvió a mi, en ese instante tuve muchisimo miedo. Bert borracho podía llegar a dar mucho miedo.
Me empujó contra la pared y me agarró de la barbilla.
-¿Quieres pasarlo mal? ¿Quién eres tú para darme un puñetazo, mañaco? -me amenazó.
-Tú... tú te has... metido en mi vida -tartamudeé, mirando hacia los lados, buscando a alguien.
-No tendrías que haber hecho esto, creo que la vas a pagar...  -sonrió como un maniático. Por la cabeza se me paso lo peor de lo peor. Bert hablaba como si no pensara lo que estaba diciendo.
Entonces me agarró del cuello y del brazo y me guió hacia un callejón cercano entre dos edificios no muy altos. Había más oscuridad que afuera, más basura y peor olor. Yo le miraba asustado, muy asustado. Creo que jamás en mi vida lo había pasado tan mal como en ese momento.
-Mira, te odio, pero no puedo negar que eres un crío muy sexy -sonrió lascivamente Bert.
-Por favor, déjame... Mañana te vas a arrepentir de esto.
-¿Porqué? Yo creo que no. Hay que vivir la vida, hacer lo que quieras, lo que te de la puta gana -empezó a subir el tono de sus palabras. Yo estaba apunto de soltar las lágrimas que estaba guardando. Solo se me pasaba por la cabeza Gerard, Gerard en su casa, pensando en mí quizás. Pensando que yo estaría durmiendo tranquilamente en mi casa y no apunto de ser matado por uno de sus amigos.
Bert seguía sonriéndome.
-Frank -decía-, Frank -Yo seguía ignorandole, en mis pensamientos -.¡Frank, coño! ¡Mirame, me cago en la ostia! -me giré hacia él, tenía sus brazos apoyados en el muro y yo atrapado entre ellos, se acercó a mis labios y comenzó a lamerlos, y Dios, yo no podía hacer nada. Empezó a rozarme el cuerpo con sus malditas manos, agarró la cremallera de mi sudadera y la bajó lentamente. Entonces sin dejar de besarme, de meterme su asquerosa lengua en mi boca, comenzó a quitarme la chaqueta y la dejó caer sobre el sucio suelo.
-¿Vas a hacerlo? -pregunté, cuando apartó sus labios de mí.
Me miró y sonrió libidinoso. Agarró su bragueta y se la bajó, seguidamente resbaló sus pantalones y puso una mano sobre su miembro bajo sus boxers y comenzó a tocárselo.
-Chupamela -ordenó entonces.
-¿Qué? -estaba aterrorizado.
-¡Hazlo, ostia!
-No quiero, no quiero hacerlo.
-Se lo haces a Gerard, chúpame la maldita polla a mí.
Negué con la cabeza, frunciendo los labios.
De pronto noté un gran golpe, Bert me había propinado un puñetazo en el labio y acto seguida había comenzado a sangrar y a arderme.
-Joder... -murmuré.
-¿Lo vas a hacer? -volvió a insistir -Puedo hacerte más daño, mucho más daño -No sabía hasta cuanto podían llegar las amenazas de Bert, así que comencé a agacharme hasta quedar de rodillas. Apoyó una mano sobre mi cabeza y comenzó a acariciarme. Con la otra, a duras penas se bajó los boxers y pude ver de muy cerca su pene erecto enfrente de mí.
-Por favor... no quiero hacerlo... -volví a suplicar.
-Me cago en la ostia Frank -me agarró del pelo con fuerza y subió mi cabeza, solté un gemido -.Hazlo de una puta vez si no quieres terminar muerto en un jodido contenedor de basura.
Acerqué mi boca, apunto de vomitar, apunto de preferir que me mata a hacer esto, Gerard era lo único que me daba fuerzas.
Tenía la boca seca y me metí su miembro poco a poco, Bert soltaba pequeños gemidos y decía mi nombre. Yo movía la cabeza mientras su mano seguía apoyada sobre mi nuca.
-Oh, sí, puto enano. ¿Esto es lo que te gusta hacerle a Gerard?
Bert seguía acompasando su brazo con mi cabeza, de delante a atrás, introduciéndome su dura y palpitante polla en mi boca. Estuve así durante un tiempo, mientras Bert seguía respirando con rapideza y yo apunto de tener arcadas y vomitar mientras me seguía saliendo sangre de mi labio inferior, en mi vida había pasado tanto asco y ganas de morirme como en ese momento.
Al final Bert llegó al clímax y se corrió en mi boca, instantáneamente saqué su miembro y escupí al suelo, Bert me agarró del pelo e hizo que me pusiera de pie. Me empujó contra la pared y me agarró con sus dedos mi barbilla.
-Buen chico, Frankie -murmuró lascivo -.Piensa que podría haber sido peor.
Se subió de nuevo sus pantalones y se abrochó, me echó una última asquerosa mirada y salió del callejón dejándome solo contra el muro.
Comencé a llorar como nunca lo había hecho, me dejé caer al suelo apoyándome contra el muro. Llorando y escupiendo la saliva que me quedaba en la boca junto con la sangre, sollocé. Cogí mi chaqueta del suelo y me la puse, me abroché lo máximo la cremallera y me puse la capucha. Me levanté como pude, no tenía fuerzas para nada, quería que Gerard estuviera conmigo, ojala hubiera estado conmigo y me hubiera defendido. Y ahora estuviera abrazándome y besándome, susurrándome "te quiero".
A solas en la calle caminé de nuevo hacia mi casa, cabizbajo. Llorando y sangrando, me sentía sucio.

1 comentario:

  1. joder... no me puedo creer que ese askeroso le icieso eso. y el pobre frank no tenia nada k hacer! mierda. esque me siento mogollon de mal por el, espero k se le pase rapido y nose, tamcpoo k se lo suente a gerard, pero si algo en plan Bert me ha exo esto.
    dios, k mal lo e pasado

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