sábado, 23 de julio de 2011

Capitulo 17.

Nada más llegar a mi casa me dejé caer sobre la cama, lloré. Había posibilidad de que hubiera perdido a Gerard. Todo por una gilipollez de un gilipollas, cuyo nombre era Frank Iero. Se me había escapado, pero tampoco entendía como en esos momentos podía haber pensado en Jamia.
Estuve un buen rato, echado, sin querer pensar en nada. Había que ser gilipollas, daba pena... Gerard se había cabreado conmigo y con motivo. ¿Y cómo podía arreglarlo? Es que no se me ocurría nada.
Sinceramente, tenía ganas de llamar a Jamia, incluso contarle lo que había pasado, aunque no debiese. Saqué el móvil del bolsillo y busqué su número, necesitaba consuelo y era la única persona que podía dármelo, seleccioné su nombre y esperé a que contestara.
-Jamia... -dije con un hilo de voz, conteniendome las ganas de llorar.
-¿Frank? ¿Qué pasa?
-Eh, bueno, ¿podemos vernos? -conseguí decir.
-Claro, eh, sí, ¿dónde nos vemos? -preguntó.
-¿Vienes a mi casa? No quiero salir...
-Sí, Frankie, voy para allí, quiero saber que te ocurre... -dijo entonces. No contesté y colgué. Ella sabía donde vivía, no me había mudado desde el instituto.
Esperé durante un cuarto hora, tirado en mi cama, sin reprimirme las lágrima hasta que Jamia tocó a mi puerta. Bajé despacio y abrí, ella entró y me abrazo, fue reconfortarte y volví a llorar, dejando mis lágrimas caer sobre mi cara hasta llegar a mi barbilla.
-Vamos, Frankie, ¿que te pasa? Me tienes preocupada -me senté con ella en el sofá, mi madre no estaba en casa.
¿Se lo debía contar? Bueno, supongo que ahora ya no había marcha atrás.
-La otra vez... que hablé contigo... No te conté algo, y bueno, ahora... tengo un problema... -no sabía como empezar.
-Dime, Frank, vamos.
-Yo si que tenía novio.
-¿Novio? -preguntó, pensando que me había equivocado.
-Sí, Gerard no es solo mi amigo -me miró sorprendida, no se creía lo que estaba contando, quizás si no hubiera llorado anteriormente no se lo hubiera creído.
-Eh... y... ¿Qué ha... ocurrido?
-No te lo vas a creer, no sé si tendría que contártelo.. yo, eh... -miré hacia el suelo, agarrándome las manos. Tenía miedo y me daba vergüenza.
-Vamos, puedes contarme todo lo que quieras. Puedes confiar completamente en mí, de verdad.
-Que vergüenza... -murmuré-.Mira, yo, hoy... estaba con Gerard, haciendo... el amor -Jamia me miró, con los ojos bien abiertos, escuchando cada palabra que salía de mi boca - .Y gemí... gemí tu nombre -mi cara ardió tras las palabras, la vergüenza me mataba.
-¿Qué? -normal, no se lo creía.
-Gerard se enfadó muchísimo conmigo, y con razón... Pero no quiero perderle.
-¿Todo esto es verdad? -preguntó, sorprendida y un tanto confusa.
-Ojala fuera mentira... -rompí a llorar de nuevo. Jamia se acercó más a mi y pasó su brazo por mis hombros pegándome a ella.
-Tranquilo, ¿vale? Todo se solucionará... tú le quieres... él te quiere. No hay problema. Eh. -me consoló, yo la miré e intenté sonreír.
-Gracias, Jamia, de verdad. No sé lo que hubiera hecho hoy sin ti...
-No es nada, Frank. Sabes que siempre puedes contar conmigo, para mí eres muy
especial -me comentó.
-Tú para mí también... -susurré.
-No de la misma forma -sonrió. ¿Jamia aún me quería? No es que me lo tuviera creído, pero todo lo que me mostraba ella me llevaba a pensar eso -.Pero, ¿porqué mi nombre? -Dijo entonces, era la peor pregunta que me podía haber hecho.
-Uh... No lo sé... Me pasarías por la mente en ese momento -no tenía excusa, es que no lo sabía ni yo.
-¿En un momento como ese? Es muy extraño.
No contesté, es que no sabía que decir. Y no quería hablar de eso, tan solo... que me consolara, que me hiciera olvidar a Gerard por unos momentos. Ella comprendió que no quisiera seguir con el tema y soltó un suspiro.
-Hoy no puedo... pero, ¿quieres que mañana vayamos a cenar a algún restaurante? O mejor, he oído que en el bar de al lado del restaurante donde trabajo hacen un concierto -propuso entonces feliz.
-Claro... supongo que me vendrá bien... -contesté, tampoco muy seguro de querer hacerlo. Ella no contestó, tan solo sonrió.
Al poco tiempo tocaron a la puerta, era mi madre. Jamia se levantó para abrir pero la detuve antes.
-No, tranquila, voy yo -corrí hacia la puerta y abrí, sí, era mi madre. Aunque por unos momentos se me pasó la idea de que fuera Gerard, abriera y me besara. No.
-Será mejor que me vaya ya... -me susurró Jamia sonriendo.
-Como quieras... mañana nos veremos.
-Sí, mañana a las nueve en la puerta del bar que he dicho, ¿de acuerdo? -dijo antes de salir por la puerta.
-Perfecto. Hasta mañana, y muchas gracias.
Cerré la puerta y sin pensármelo subí de nuevo a mi cuarto. Jamia me había tranquilizado un poco pero aún así no podía dejar de pensar en Gerard, el día anterior estaba dudoso, por una parte solo quería estar con Jamia pero ahora que había perdido a Gee me daba cuenta de todo lo que le amaba, lo necesitaba. Él era quien me complementaba, sentía que sin él no podría vivir.
Estaba enamorado y quería recuperarle.

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